Ministerio del Poder Popular para la Educación
Unidad Educativa Colegio “Teresa
Titos”
Mérida Estado Mérida
Estimado Representante:
Un
saludo respetuoso esperando que se encuentre bien usted y los suyos. A
continuación se encuentran nuevos contenidos, continuidad del Proyecto de
Aprendizaje, además de una serie actividades de contingencia sugeridas por el
cuerpo directivo de la
Institución como plan de acción, ante la inseguridad y
difícil acceso que existe en las inmediaciones de la misma, aunado a la
reiterativa inasistencia presentada por los (as) estudiantes. Esperando que
sean efectuadas con disposición y compromiso por parte de los mismos.
ACTIVIDADES
ESCOLARES DE 3ER GRADO
SEMANA
DEL 24-03 AL 28 - 03
PROFESORA:
Loredana Durán
Proyecto:
Continuación
del trabajo escrito en hojas blancas y a mano, cuidando la escritura, márgenes
(4cm izquierdo, 4cm superior, 3cm derecho, 3cm inferior), orden y todos los
aspectos formales de la lengua escrita. Este se realizará de forma individual
desarrollando todos los contenidos, en varias partes que se irán indicando
progresivamente:
Durante
esta semana van a completar la investigación con los siguientes aspectos:
- Formación de las Montañas
Tipos de
Montañas:
- De acuerdo a su origen:
- Plegadas
- De fallas
- De cúpula
- Volcánicas
- De meseta.
Nota:
Cada aspecto debe ser ilustrado.
Lengua:
Las actividades deben ser realizadas
en hojas de papel ministro (hojas de examen), previamente identificadas y
organizadas.
- Lectura diaria por 20 minutos del texto de tu preferencia.
De
la siguiente lectura durante la semana extrae:
- Las palabras según su acentuación y clasifícalas.
- Palabras que contengan las sílabas con c, s y z e investigar la norma ortográfica de cada una.
- Palabras que contengan las letras v y b, inestigar la norma ortografica de cada una.
- Busca 6 palabras cuyo significado desconozcas e investígalas con ayuda del diccionario.
- Ilustra la lectura
El Zorro Florín
Autora: (Carmen
de Alonso)
Érase que se
era un Zorro muy flojo y muy pillo que se pasaba los días sentado al sol,
pensando maldades y más maldades.
Don Florín del
Campo, que así se llamaba el Zorro de este cuento, era el terror de los
gallineros. Todas las tardes, de oscurecida, íbase de correrías. Nadie, nadie,
al verlo así tan orondo y limpiecito, tan tranquilo y respetuoso, saludando
para lado y lado como el más cumplido caballero, podía pensar que llevase
torcidas intenciones. Lo cierto del caso era que cada mañana don Florín se
desayunaba con pollitos tiernos al horno o con alguna espléndida gallina.
Pasaban así los meses y los meses y los vecinos de este Zorro pillo seguían
buscando desesperadamente al que limpiaba de aves sus corrales y gallineros,
sin sospechar jamás que el ladrón fuese don Florín. Aburridos, en fin, se reunieron
todos en la plaza del pueblo y pensaron y pensaron, tratando de hallar la forma
de acabar con los robos, hasta que, después de muchas cavilaciones, uno de los
vecinos decidió que se cerraran corrales y gallineros con paredes y alambrados
muy altos, muy altos, así de altos...
Y entonces,
¿ves tú?, comenzaron los sufrimientos para don Florín. No podía saltar las
paredes de los corrales ni treparse por los alambrados llenos de púas
clavadoras.
—¡Ay, qué malos
son los hombres! —quejábase entre amargos suspiros don Florín—. ¿Qué va a ser
ahora de mí? ¿Tendré que trabajar para poder comer? Ah, no, no, eso sí que no;
¡nunca!
Y dijose,
entonces, a buscar un modo de seguir regalando su paladar con Palomas, Pavos y
Gallinas, sin necesidad de afanarse mucho.
Sin embargo,
corrían y corrían los días y al pobre don Florín nada se le ocurría para salir de sus
apuros. Comenzó poco a poco a adelgazarse, y los vecinos, que ni siquiera
sospechaban la causa, dolíanse al saludarlo:
—Vaya, vaya,
don Florín, qué delgado está usted poniéndose.
—¿Se siente
usted mal?
Y don Florín
mordíase los mostachos de rabia, unos enormes y tiesos mostachos de zorro malo,
y respondía:
—Sí, vecino,
algo mal me siento.
Y, bajito, muy
bajito, agregaba rezongando: "Ya verás; hombre pícaro, ya verás cómo
vuelvo a robarme tus Pollos y... a engordar... y a estar contento como
antes".
Y.., diciendo y
haciendo, don Florín se encaminó una tarde a casa de su compadre León.
—Muy buenas
tardes, compadrito.
—Muy buenas,
compadre Zorro. ¿Qué vientos me lo traen para acá? Vamos, pase para adentro.
Aquí..., aquí siéntese usted.
—Gracias,
compadrito...
Y comenzó
nerviosamente don Florín a dar vueltas y más vueltas al sombrero entre sus
peludas patas sin saber cómo empezar a hablar del asunto que allí le llevaba.
—Le diré,
compadrito...
Don León,
notando los apuros de don Florín, se decidió a ayudarlo:
—Vaya,
compadrito, y ¿qué me cuenta usted?
—Ah, compadrito
León, tengo una gran idea..., a ver si la aprovechamos entre usted y yo...
—Diga no más,
compadre —agregó el León, mientras acercaba un asiento al de don Florín.
—Los tiempos
están muy malos..., muuuuy malos...
—Si lo sabré yo
—dijo el dueño de casa, moviendo pensativamente su cabezota de larga melena.
—Bueno,
compadre —continuó el Zorro—, se me ocurre que podíamos dar un baile, un gran
baile, y convidar a él a cuanto habitante del aire o de los gallineros
conozcamos usted o yo. ¿Qué le parece?
—La idea es
magnífica, compadrito; pero... ¿cree usted que iría alguno por muy confiado que
fuese? —preguntó don León, con los ojos relampagueantes de interés.
—Bah..., poco
conoce usted a las aves, compadre. Cuando yo se lo digo, por algo será. Las
entusiasmaremos contándoles de un espléndido banquete, pero banquete va a ser
el nuestro. ¡Adiós hambre y penurias, compadrito! Lo tengo pensado. Llevaré mi
guitarra, y cuando, en lo mejor del baile, yo empiece a cantar: "A la más
gordita, compadrito león...", usted salta sobre los mejores invitados y en
un abrir y cerrar de ojos alista nuestra comilona.
—Muy bien...,
muy bien, espléndido —celebró el León, relamiéndose por anticipado—; tiene
usted ocurrencias geniales, compadre Zorro. ¿Y para cuándo sería el baile?
—¿Qué le parece
para el próximo sábado?
—Mejor que
mejor, cuente usted en todo conmigo —palmoteó entusiasmado el León.
De este modo,
volvióse muy satisfecho don Florín a su casa y comenzó de inmediato a escribir
las invitaciones. ¡Que nadie se disgustase por una desatención suya! ¡Faltaba
más! Para cada pájaro o ave de corral había una cartita muy amable e inocente, rogándole
no dejara de asistir a la fiesta. Y así, con gran alborozo y preparativos,
llegó el día del baile.
Don Florín,
elegantísimo, recibía en la puerta a los invitados, y dentro, don León se
encargaba de atenderlos.
Llegó primero
muy oronda la señora Gallina, con toda su numerosa familia. Después, una
bandada de Loicas con sus flamantes blusitas rojas. En seguida, unos Pavos
gordos, muy estirados, que eran toda la ambición de don Florín; unos Tordos de
rigurosa etiqueta...; unos Patos albos, graciosísimos. Hizo luego su entrada un
grupo de Garcetas con sus airosos trajes blancos... Más tarde, metiendo mucho
alboroto, unos Zorzales charlatanes... Detrasito de ellos, deslumbradas y
tímidas, unas Perdices campesinas luciendo sus recatadas polleritas pardas.
Llegaron asimismo unos aristocráticos Gansos..., unos modestos Chercancitos, y,
algo atrasados, por venir de los cerros vecinos y por haber tenido que afinar
sus flautas y diminutos violines, una nube, una verdadera nube de Jilgueros,
Yales y Triles... En fin, imagina tú, la casa de don Florín era como una caja
grande, muy grande, llenita de trinos, de músicas.
—Trtrtr–trtrtr...,
cuaaac–cuac..., srsrsrsrsr...
Sólo un Águila
permaneció acurrucada y callada en un rincón. Habíase entrado al baile a
escondidas, por una ventana alta, por la única ventana que estaba abierta.
"Mal fin
le anticipo yo a esta fiesta —comentaba desde su escondite—. A mí no me inspira
la más mínima confianza esta pareja de pillos."
El León,
mientras tanto, iba y venía, majestuosamente, entre sus apetitosos invitados, y
don Zorro se deshacía diciéndoles zalamerías:
—¡Qué preciosas
están sus hijas, señora Gallina!
—Favor que
usted les hace, don Florín.
—¡Maravillosas,
maravillosas! —El cumplido era ahora para unas Garcetas que bailaban un vals.
—Música igual
que ésta, ni en los cielos —celebraba con voz melosa a la banda de Jilgueros,
Yales y Triles.
—Pero ¡qué
teoría tan interesante! —y volvíase, astuto, hacia un Tordo que discutía
acaloradamente con un Zorzal.
Desde su rincón
oscuro, doña Águila no perdía de vista a don Zorro. En esos precisos instantes
cesó la música y los Jilgueros dejaron a un lado arcos y violines. Las
Garcetas, entusiasmadas, pedían repetición. Doña Pava, de gran charla con don
Pato, plegó su elegante abanico y también solicitó:
—Sí sí ,
síííííííí...,.., ¡más música!
Y don León, que
no esperaba ocasión más propicia y que ya en verdad comenzaba a impacientarse,
dejó oír su ronca voz:
—Sí..., sí:
podía tal vez cantarnos algo don Zorro.
—Muy cierto;
que cante don Zorro; ¡que canteeee! —gritaron todos los inocentes convidados.
Y entonces don
Florín, con muchos remilgos, tomó su guitarra e hizo los rasgueos de rigor.
Tosió luego un poco para ensayar la garganta, y rompió a cantar.
No llevaría dos
estrofas cantadas y el baile hallábase ya en lo mejor, cuando comenzó a entonar
los versos convenidos:
A la más
gordita, compadrito León,
a la más
gordita, compadrito León,
a la más
gordita, compadrito León...
Y el León se
lanzó sobre los desprevenidos invitados, zarpazos por aquí, zarpazos por allá,
con tal rapidez que, antes de tres minutos, no quedaba uno solo vivo.
Don Florín dejó
su guitarra y, mirando goloso el suculento botín, dijo al León:
—¿Qué tal,
compadrito?
—¡Magnífico...,
magnífico!
Y tan
interesados estaban en el reparto, que ninguno de los dos vio ni sintió a doña
Águila que los espiaba desde su rincón.
"Zorro
canalla, tú fuiste el de la idea...; pero ya la pagarás, y muy pronto..."
Y batiendo
suavemente sus fuertes alas, huyó por la ventana alta, lejos, muy lejos..., a
sus montañas.
Transcurrieron
dos, tres, cuatro meses desde el día del baile.
Una tarde
hallábase don Florín como de costumbre sentado a la puerta de su casa, cuando
divisó a doña Águila que parecía muy afanada y nerviosa.
—Gusto de
verla, doña Águila.
—Para mí es el
placer, don Florín.
—Y ¿qué le pasa
que va tan de prisa?
—¡Oh! amigo
mío, ¿no sabe usted quién venda flores finas?
—¿Flores finas?
—indagó, curioso, don Florín—, y ¿se puede saber para qué desea usted flores
finas?
—Para las bodas
de mañana, pues.
—¿Para las
bodas de mañana? —siguió interrogando más y más interesado don Zorro.
—Vaya, no se
haga usted el inocente... Y... con su permiso, sigo mi camino, que estoy
apuradísima —mintió con toda habilidad doña Águila.
—No..., no...,
no...; tiene usted que contarme eso de la boda, amiga Águila.
—Para otra vez
será..., para otra vez será —e hizo ademán de tender las alas para iniciar el
vuelo.
Don Zorro,
desesperado, suplicó:
—Por favorcito,
amiga querida, no sea usted egoísta. Cuente, cuente, y yo le diré en cambio
dónde encontrar las más lindas flores de la tierra.
—Si es así...
—concedió el ave—, ya es otra cosa. Cómo iba a pensar que a usted, que a usted,
don Florín, no le había llegado una de las primeras invitaciones. Dicen que
bodas como éstas no ha habido ni habrá...
Don Zorro no
cabía en sí de asombro. Caramba, unas bodas y él que no sabía nada.
¡Cuántos guisos
exquisitos irían a servirse allí!...
Como siguiendo
el pensamiento de don Zorro, con toda maldad, continuó el Águila:
—Para qué le
digo nada de la cena que se prepara: tortolitas en salsa..., pavos trufados,
pollitos a la cacerola..., higos con miel..., patos rellenos..., gansos
asados...
—Basta, basta
ya, no siga usted —interrumpió casi con angustia don Florín, mientras se
relamía los largos mostachos—. A todo esto, no me ha dicho usted quiénes se
casan y dónde.
—¡Bendita
cabeza la mía! Debí comenzar por ahí, ¿no le parece? Pues se casa la Reina de las Golondrinas en
el cielo.
—¿En el cielo?
—repitió el alarmado don Zorro—; qué lástima.
—Lástima, ¿por
qué? —indagó doña Águila, poniendo una cara de inocente.
—Porque no
podré ir yo.
—Bah, si usted
desea ir, yo le conseguiré una invitación.
—No es eso...,
no es eso —suspiró de nuevo don Florín.
—¿Tiene usted
algún otro inconveniente?
Tenía doña
Águila unos ojillos tan buenos de niñita inofensiva y parecía interesarsé de
tal modo por ayudar a don Zorro, que éste ni sospechó sus verdaderas
intenciones.
—¿Cómo podría
ir yo si no tengo alas para llegar hasta el cielo?
—De veras
—contestó el Águila, poniéndose pensativa—. Aunque..., espere, se me viene una
idea a la cabeza. ¿Y no podría llevarlo yo? Sé de Cóndores y algunas Águilas
amigas que ese día van a transportar a muchos invitados al cielo.
—¿Verdad? ¿Pero
sería usted tan buena, amiga Águila? —interrogó, atragantado por el entusiasmo,
don Zorro.
—Con toda el
alma, don Florín, tratándose de usted. Ahora mismito subo al cielo por una
invitación para usted, y mañana, a eso de las cinco, vengo a buscarlo. Me
espera usted con su traje más elegante... y se pone flores, muchas flores,
todas las flores que encuentre. Será usted allá mi pareja; ¿no le parece, don
Florín?
—Por supuesto,
por supuesto. ¿Cómo pagar a usted este servicio?
—Bueno, don
Zorro, no se hable más de servicios y quedamos en que mañana a las cinco estará
usted listo. ¡A las cinco en punto!
Y ahora me voy
volando, que me he atrasado mucho y debo aún ir por las flores.
—No la detengo
más y gracias. ¡Hasta mañana, doña Águila!
—¡Hasta mañana,
don Florín!
Y volvió doña
Águila a extender las alas.
Don Zorro se
quedó mirándola y agitando en despedida su peluda mano, hasta que la vio
perderse tras el manchón de quillayes de un cerro.
Taaan...
taaan... taaan... taaan... taaan...
Cuando el
campanario de la iglesia del pueblo dio las cinco, hacía ya mucho rato que don
Zorro, muy nervioso y engalanado, paseábase de arriba abajo de la calle, en
espera de doña Águila.
A cada instante
sacaba de uno de los bolsillos de su chaleco gris un grueso reloj de plata y
consultaba y volvía a consultar la hora:
"Las
cinco... Si se habrá olvidado. Las cinco cinco..., las cinco diez; si me habrá
engañado", suspiraba con despecho don Florín.
De pronto, un
rumor por momentos más y más claro, más y más cercano, fue dejándose oír, hasta
que, por fin, ¡zas!, apareció doña Águila.
Estaba
hermosísima con un doble collar de alelíes, muy lustrosas las alas oscuras y
limpia, muy limpia la blanca pecherina.
Don Zorro, por
su parte, no lo estaba menos, con su flamante traje de color pardo rojizo y en
la solapa de cuya chaqueta lucían olorosos unos floridos cogollos de
hierbabuena. Llevaba guantes negros y sobre la cabeza una guirnalda de malvas y
retamo.
—Ay, don
Florín, tendrá usted qué perdonarme, ¿verdad? Imagino lo nervioso que
estaría... y con razón.
—Vaya, doña
Águila, para no mentir, le diré que creí que usted me había olvidado.
—¡Qué
ocurrencias! Pero apurémonos, que estamos muy atrasados.
Y doña Águila
tendió, tendió las alas para que su invitado subiese a ellas. Sin embargo, don
Zorro tuvo aún un poquitín de desconfianza, de algo muy parecido al miedo, y
dijo, sin poder contenerse:
—Doña
Águila..., amiga Águila, ¿y será usted capaz de llevarme hasta el cielo?
La aludida se
echó a reír.
—Buena cosa,
don Florín, usted lo verá. Lo único que puedo decirle es que si nos apuramos,
alcanzaremos al Cóndor que lleva a su compadre León.
—¿De veras?
¿También él está invitado? —exclamó don Zorro, entusiasmándose de nuevo—.
Entonces, amiga Águila, no la detengo a usted más.
Y decidido,
confiado, se arregló sobre las fuertes alas del Águila.
—¿Podemos ya
partir, don Florín?
—Cuando usted
guste, amiga mía.
Con un
esfuerzo, suavemente, fue el ave elevándose del suelo y ganando poco a poco en
altura.
Don Zorro, muy
apegadito a ella, se distraía de sus temores pensando en esos riquísimos guisos
de que le había hablado doña Águila.
"Tortolitas
en salsa..., uvas con miel..., asado de gansos..."
Pasaron las
copas de unos naranjos y alcanzaron luego las más altas ramitas de unos álamos.
—¿Ve usted el
pueblo, don Florín?
—Si lo veo,
doña Águila.
Llegaron hasta
lo alto del campanario de la iglesia. Don Zorro comenzó a sentir un poquito de
desasosiego, de inquietud. ¿Para qué aceptaría la invitación de doña Águila?
Daría cualquier cosa por hallarse sentado en firme, a la puerta de su casa.
—¿Ve usted el
pueblo, don Florín?
—Aún lo veo,
doña Águila.
Se alejaron del
campanario, lo perdieron de vista. Subían, subían; así, ¿ves tú?
Don Zorro
disimulaba sus temores. Doña Águila iba en silencio y sólo hablaba para
preguntar:
—¿Ve usted aún
el pueblo, don Florín?
—Muy poco...,
mu y poco..., casi no lo veo...
Siguieron
subiendo, y tanto, tanto, que don Zorro no veía ya nada, sino montañas y cielo.
Estaba
realmente arrepentido de haber aceptado la invitación de doña Águila. Más que
temor, sentía susto, un susto muy grande que le retorcía el corazón.
—¿Falta mucho
para llegar al cielo, doña Águila?
—Va faltando
poco. ¿Ve usted aún el pueblo?
—Noooo...,
nada..., nada —suspiró desesperado don Florín—; sólo nubes.
Desapareció
como borrado el último picacho de la más alta de las montañas.
Don Florín
sintió que un frío de angustia le recorría todo el cuerpo y trató de afirmarse
lo mejor que pudo entre las alas del ave.
—¿Falta mucho,
señora Águila?
—Poco, muy
poco, Zorro pícaro. ¿Te acuerdas del baile ese que diste hará unos tres meses?
—Sí, me
acuerdo, señora doña Águila... Pero... ¿falta mucho todavía?
—No te
preocupes de llegar ahora al cielo, Zorro bellaco, porque adonde vas a llegar
muy pronto, y volando tú solo, va a ser a la tierra. Todos los malos reciben
siempre su castigo; ¿no lo sabías?
—Ay, señora
linda, amiga buena, perdóneme, se lo suplico —rogaba don Florín, con voz
templorosa.
—No hay perdón
para usted, señor don Florín. ¿Y todos los Pavos..., las Gallinas..., los
Yales..., los Patos..., las Perdices que mataste? Ahorita mismo vas a pagar
todo eso.
—Perdón...,
perdoncito —lloro don Zorro—. ¡Perdóoooooon!
Pero doña
Águila no tuvo lástima y sacudió muy fuerte las alas y, entonces, ¿ya no me
oyes?, don Florín no pudo sujetarse más y comenzó a caer, a caer ligerito hacia
la tierra. El Águila lo siguió un momento, mientras le decía:
—Ahí tienes tu
castigo, Zorro malo, Zorro ladrón.
En seguida
torció el vuelo a la montaña, hacia su nido.
Don Florín,
mientras iba acercándose al suelo con una rapidez asombrosa, repetía ahogado
por el llanto:
—Si de ésta
escapo y no muero,
nunca más bodas
al cielo;
si de ésta
escapo y no muero,
nunca más bodas
al cielo;
si de ésta
escapo...
Cuando, ¡paf!, se estrelló contra una piedra enorme
y se mató.
Matemática:
- Ordena, resuelve y escribe el resultado también en letras de las siguientes sustracciones y comprueba que estén bien realizadas:
a) 634298,09 – 83736,89
b) 887106,98 – 345637,009
c) 749205,78 – 93163,051
d) 81213,786 – 54539,89
e) 543671,09 – 28532,990
Recuerda
ordenar según su valor de posición las cantidades.
- Resuelve los siguientes problemas combinados, escribe el resultado también en letras:
a) José y Lorena eligieron un regalo que
cuesta 325890,99 centésimas, para una amiga que esta de cumpleaños. Si José
dispone de 129890 Bs. ¿Cuánto dinero tiene que colocar Lorena para poder
comprar el regalo?
b) Antonio compra unas entradas para el
Parque Sierra Nevada, por Bs 1990,005 milésimas, Carolina le dió 350,90 y
Andrés colaboro con 98,90. ¿Cuánto le correspondió colaborar a Antonio?
c) Mauricio se dirige en bicicleta desde
su casa ubicada en la Pedregosa al Parque La Culata para hacer deporte. Si de
su casa al parque existen 9789,089 metros y hasta el momento ha recorrido
789,67 metros, ¿Cuántos metros le faltan para llegar?
d) Carol tiene colección de 4 libros de
montañas. Cada libro tiene 1589 páginas. ¿Cuántas paginas en total tienen todos
los libros?
e) En el organizaron una jornada de
juegos infantiles tradicionales para toda la comunidad. El valor de la entrada
es 9 latas de aluminio para reciclar, por persona. Si fueron 3987 personas,
¿Cuántas latas recolectaron?
Completa
el crucinúmero escribe el resultado también en letras. Descomponer y componer
dichos resultados, luego ubicarlos en una tabla de acuerdo a su valor de
posición.
Horizontales
a)
|
f)
|
b)
|
||
e)
|
5
|
0
|
||
c)
|
0
|
4
|
||
0
|
0
|
8
|
||
d)
|
7
|
a) 236 x 22
b) 234 x 56
d) 256 x 89
Verticales
a) 709 x 78
b) 819 x 36
NOTA: Las actividades deben ser realizadas
en hojas de examen previamente identificadas y organizadas).
Sr. Representa dichas
actividades deben ser entregadas en el colegio entre los días 27 y 28 de Marzo
en horario comprendido de 8:00 a 10:00 am.
No hay comentarios:
Publicar un comentario